domingo, 11 de septiembre de 2011

El niño en la tienda de helados

No recuerdo bien cómo era esta triste pero bonita anécdota, pero más o menos decía así…

Corrían los años 60 (por ejemplo) en algún lugar de EEUU, y entra un niño a una heladeria; se sienta en una mesa y espera a ser atendido. Con un aire no muy agradable, se le acerca la camarera, preguntándole impaciente que deseaba tomar. El niño pregunta cuanto vale un helado de vainilla. La camarera con mala cara responde “un dolar 10 centavos”. El niño saca un montoncito de monedas y las cuenta pacientemente. La camarera da muestras de su impaciencia con gestos y muecas. El niño pregunta “cual es el coste adicional si le añadiera trocitos de chocolate?”. La camarera ya con voz claramente antipática, vomita “15 centavos”. El niño vuelve a contar sus monedas como si desease que se hubieran multiplicado, pero no, sigue habiendo lo mismo. Asi que formula una nueva pregunta, “y que me costaría si le añadiera sirope de caramelo?”. La camarera ya claramente enojada le responde bruscamente “10 centavos”. El niño cuenta de nuevo sus monedas, y mientras la camarera se da cuenta que suman 1 dolar 25 centavos, y su desesperación aumenta aún más. Finalmente, el niño habla “pongame por favor un helado de vainilla”. La camarera totalmente fuera de si, pregunta “lo deseas con trocitos de chocolate o sirope de caramelo?”, a lo que el niño responde “no, gracias, solo el helado, sin nada extra”. La camarera se marcha totalmente enfurecida por el tiempo que le ha hecho perder con tanta pregunta para luego pedir solo el helado. Ya con el helado en la mesa, el niño saborea cada cucharada, hasta terminar con los últimos resquicios ya líquidos del mismo. Se levanta, y se marcha de la heladería con un “que pase un buen dia” que por supuesto no es correspondido por la camarera. La camarera casi habiendo deseado que aquel muchacho no hubiera entrado nunca en la heladeria, se apresura hacia la mesa donde había estado sentado para retirar la copa ya sin helado de vainilla. Al llegar a la mesa, encuentra 1 dolar 25 centavos sobre la misma, en lugar de 1 dolar 10 centavos que costaba el helado en realidad. Se da cuenta entonces que lo que trataba de calcular el niño era que tuviera bastante dinero para pagar lo que iba a tomarse más la propina correspondiente para la camarera. Se da cuenta que el muchacho se ha quedado sin sus trocitos de chocolate o sin su sirope de caramelo, por dejarle a ella propina.

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