lunes, 26 de julio de 2010

200 tornillos

“Papa, cuentame la historia de por que “se te va la olla” de vez en cuando” … me comentaba mi hijo el otro dia.
“Iba caminando por la selva, admirando las multiples maravillas de la fauna y flora que alli se podia observar, girando la cabeza a un lado y a otro, para tratar de acaparar asi mas angulo de vision, cuando de repente al mirar al frente, plaf!, me estampe la cabeza con una rama de un arbol. Se me cayo un tornillo, pero no fue grave. Lo encontre y lo puse en su sitio de nuevo. Segui caminando y disfrutando de la Madre Naturaleza, cuando a unos metros de mi, vi dos ojos brillar, era un tigrillo – otra persona habria quiza reaccionado de otro modo y puede ser que con solo haberse enfrentado al tigrillo con un enorme grito, el animalito se hubiera marchado y habria olvidado las ganas de comer – y al verlo mi instinto me hizo salir corriendo. Tanto corria y con tanta desesperacion, mirando constantemente hacia atras para asegurarme que lo dejaba atras, que despues de un par de minutos a toda velocidad, ya parecia que el tigrillo habia tirado la toalla, y fue entonces que gire la cabeza hacia el frente, y me vi estampado abrazado a un tronco de arbol gigante. Posiblemente unos 200 tornillos saltaron por los aires en ese instante. Ante mi desconcierto, resulto que conforme iba recogiendo tornillos los trataba de colocar en su lugar, pero no me daba cuenta que lo que hacia era lo contrario, no conseguia acertar cada tornillo con su lugar en la cabeza”…le contaba yo.
"Ah! papa, seguro que colocabas un tornillo grande en un agujero mas pequeño, y los tornillos pequeños en agujeros grandes, y por eso no te funciona bien la cabeza...", apuntaba el.
“Quiza tengas razon hijo, quiza tengas razon…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario